sábado, 17 de septiembre de 2011

13 Uzbekistán - Samarkanda (I)

En Registan, la plaza más famosa de Samarkanda:

Una chica joven se acerca y pregunta:
- De dónde eres?

Ya he aprendido que responder directamente 'Messi' aclara más que decir Ispaniya, San Sebastián, o Real Sociedad

Aclarada la procedendia, vuelve a preguntar:
- Necesitas una guía?

Yo contesto:
- No, gracias

La respuesta sonó muy contundente, y ella se quedó mirando con esos ojos... así que para suavizarlo tuve que decir:
- Bueno, tal vez otro día

Dos días después volvimos a aparecer por Registan para que Iñaki, recién llegado, pudiera echar un vistazo.

Dilnoza nos reconoce y dice:
- Y hoy, necesitas una guía?

Cuatro euros por dos horas de visita guiada. Aceptamos.



Dilnoza es uzbeka, tiene 20 años, se levanta a las 7:00 de la mañana y va la plaza de Registan. Está apoyada en las enormes paredes de la Madraza de Ulugbek esperando a que pasen turistas europeos. Que por cierto, pagamos 12.000 sums por entrar, mientras que los uzbekos pagan 600. Sí, seiscientos.
Es alta, morena y delgada. Nunca sabes si habla en serio porque siempre está bromeando.
Salió durante un tiempo con chico iraní, pero su padre no veía con buenos ojos que su hija tonteara con alguien que hubiera nacido más allá de los límites de la Gran República de Uzbekistán... Así que no tuvieron más remedio que dejar de verse.
Le gusta el cine, pero dice que los cines de Samarkanda no son sitios muy agradables, así que prefiere leer cualquier libro que caiga en sus manos.
Además de ruso y uzbeko, que aquí todo el mundo los habla, ella estudió alemán en la escuela. Pero los turistas alemanes no le gustan, dice que son muy... alemanes?
Así que se puso a estudiar inglés por su cuenta. Y ahora, cuando a su primera pregunta alguien responde que es alemán, ya no se ofrece como guía.

Tiene un hermano y viven en casa de sus padres, una casa típica de aquí, con un enorme patio interior en el que tienen una huerta, árboles frutales...
Su madre se dedica a atender el negocio de recuerdos para turistas en la Madraza SherDor, y cada mes viaja en tren a Kazajastán para exponer sus productos en una feria que se celebra en Almatia.
Su padre se dedica a sus negocios... que incluso después de muchos vasos de vodka no llegó a especificar cuales eran.

Cuando Iñaki aterrizó en el suelo después de lanzarse muro abajo, acabábamos de dejar a Dilnoza. Pero como no teníamos ni idea de dónde estaba el hospital, tuvimos que recurrir de nuevo a ella.
Vino corriendo y nos acompañó al hospital, hizo de guía, de intérprete y hasta de enfermera, nos ayudó a localizar una farmacia para comprar calmantes. Nos dieron las tantas de la noche con el lesionado a vueltas (un abrazo Iñaki!!) y la madre de Dilnoza le llamaba cada 10 minutos preocupada porque su hija andaba con tres extranjeros pululando por la ciudad. Así que acompañamos a nuestra salvadora a su casa, y claro, cuando su madre vió el panorama no nos dejó irnos sin antes habernos sentado con ellos a cenar, y a beber vodka.
Así que allí estuvimos, en familia, dando buena cuenta del Osh, frutas, té, y vodka.


Bueno, de vuelta a Registan, Dilnoza nos cuenta la historia de las tres impresionantes Madrazas mientras paseamos por ellas. Estos edificios tienen 400/500 años y fueron escuelas de Matemáticas, Filosofía, Astronomía.

No tengo palabras para explicar lo que se siente al llegar a esta ciudad, dormir en ella, subir de noche a algún minarete y contemplar los edificios iluminados...
Solo con pronunciar su nombre SAMARKANDA la imaginación vuela.
Y además he cumplido el sueño de visitar las dos ciudades mágicas que siempre he tenido en mente, Isfahan y Samarkanda.

Registan: