miércoles, 28 de diciembre de 2011

26 India (IV) Agra

Recibimiento:


El Fuerte de Agra:










Todo lo que se dice del Taj Majal no es suficiente para entender lo que se siente delante de él. A mí se me pusieron los pelos como escarpias!
Acceso:






25 India (III) Chandigarh

Mapa de la ciudad diseñada por Le Corbusier. Los días que estuvimos allí los edificios más emblemáticos permanecían cerrados así que solo pudimos verlos desde el exterior:


Le Corbusier y Nehru, primer ministro de India, durante la construcción de Chandigarh.


Tribunal Supremo. Donde hubo una lámina de agua que reflejaba el edificio ahora hay un parking:




La Mano de la Unidad:



Secretaría del Gobierno:



Fachada trasera de la Secretaría del Gobierno, y la reconocible cubierta de la Asamblea Legislativa.




En Chandigarh está el Jardín de Piedra de Nek Chand, realizado con escombros.



24 India (II) Amritsar

Hotel - granja, gratis.


El Templo Dorado de día:



Y el Templo Dorado de noche:



Paseando por el centro:



Reshma se despide:


Para que se sintiera como en Blue Hawaii:


Plaza en el centro de Amritsar:


A la velocidad del rayo:


Tres, dos, uno...


En un atasco:


En toda India Ambuja Cement:


Dentro del Defender:

23 India (I) Sensaciones



No sé si la palabra más adecuada que resume mi sentimiento en cuanto a este país es 'decepción', o 'desilusión', o 'desengaño', o quizá todas ellas y alguna más.

La idea que me había hecho de la India tenía que ver con lo que había oído de otros turistas, lo que había leído en guías y revistas de viaje, y por el habitual misticismo que envuelve cualquier conversación sobre este país; es decir, meditación, sol y playa, relax, plantaciones de té y aire fresco, yoga, tantra, agradable aroma a curry justo antes de la hora de la comida... Creía que todo esto era algo que se respiraba en el ambiente y en el tono de voz de las personas. Creía que la tan vendida espiritualidad india haría sombra a su pobreza, a su caótico tráfico y a su contaminación.
Creía que los perros, los monos y las vacas transmitirían su sacralidad con su sosegada presencia en las calles.

Debí hacer todo mal en India porque nada de eso fue exactamente como esperaba sino más bien todo lo contrario.
Los 30 kms que separan Amritsar de la frontera son el ejemplo de lo que ocurre en el resto de carreteras del país: caos. Millones de personas andando, en burro o elefante, moto, rickshaw, coche, camión o cualquier otro vehículo mezcla de los anteriores. Cuanto más voluminoso es el vehículo mayor potencia de sonido tiene su claxon. Claxon es una palabra que no hace justicia al ensordecedor ruido que emiten, porque lo más parecido sería una flota de ambulancias, camiones de bomberos y coches de policía con las sirenas encendidas, todos a la vez.
En India (también en Irán o Pakistán) ese gesto de apretar el botón del claxon no lleva implícito un 'Me cago en tu p.... m....', sino más bien una advertencia casi educada de 'ojo, por si no me has visto'.
Y los indios debieron cambiar el código de circulación por las advertencias educadas, así que para girar en un cruce no ponen el intermitente, para adelantar no siempre lo hacen por la derecha, no hacen un gesto con la mano para darte paso, ni para pedirte que te detengas si es que van con mucha prisa, no te saludan con una sonrisa cuando se dan cuenta de que tu coche es extranjero, no reducen la velocidad cuando un peatón se cruza ante ellos... sino que para todo ello tocan insistentemente el claxon. Ellos conducen con una mano en el volante y la otra lista para avisar de cualquier intención.
Tienes que estar atento porque ante tantos cientos de bocinas a tu alrededor nunca sabes cuál va dirigida a ti.
Y en el centro de las ciudades todavía es peor.

Así que después de conducir unos pocos kms ya tienes la cabeza como un bombo y unas peligrosas ganas de bajarte del coche, gritar, y pedir un poco de calma!

Pasamos varias noches en las furgonetas junto a la carretera, en pequeños parkings de garitos donde parábamos a cenar algo de arroz, pollo, verduras y en algunas ocasiones hasta cerveza.
Era imposible dormir. Las bocinas seguían sonando hora tras hora toda la noche.

Durante el día la cosa no mejora, y además, decenas de kms antes de entrar en las ciudades ya puedes divisar las enormes burbujas negras de contaminación que cubren las grandes urbes.

Además de la mierda que pulula por el aire también hay gran cantidad de mierda por el suelo. Las vacas mean y cagan en cualquier calle. Y también los miles de perros callejeros. Y los monos. Incluso muchas personas lo hacen. Toda la gente en India tiene la insistente costumbre de carraspear desde lo más profundo de sus entrañas y escupir al suelo constantemente.
Y en esas mismas calles los niños juegan descalzos y se llevan los dedos a la boca. Supongo que estarán más que inmunizados.
Por supuesto a todo este panorama se le unen los miles de toneladas de bolsas de plástico, botellas, cajas, papeles y cartones, todo tipo de envoltorios, escombros, restos de comida, y un larguísimo etc, que la gente tira directamente al suelo sin inmutarse. Y no solo al suelo, también en cualquier río o lago... o donde les venga a mano. (y no es que yo sea precisamente un ejemplo de concienciado ecológico)

Otro capítulo se podría dedicar a los baños y aseos (puedo asegurar que tampoco soy nada melindroso para estos temas) Tanto los públicos como los de restaurantes y otros negocios están casi abandonados en el 99% de los casos. Entrar en uno de ellos se convierte en una rememoración del juego ‘enredos’.
Incluso en la mayoría de las duchas de los hoteles donde nos alojamos había que buscar con especial cuidado cómo colocar la toalla y la ropa limpia, y a veces era mejor calzarse dos pares de chancletas! No estoy hablando, claro está, de hoteles de lujo ni de rango medio-alto.
El caso es que usar estos espacios no se hacía nada agradable.

Con todos estos ingredientes y alguno más, la sensación general que India me produjo no fue en absoluto la esperada. Lo que yo vi se parecía más a un vertedero gigante que a esas imágenes paradisíacas que aparecen en todas las webs y agencias de viajes.


Pero no todo fue negativo. En India descubrimos lugares increíbles y gente amable y hospitalaria. Y a pesar de los pesares volveré a India porque estoy seguro que aún me quedan muchas cosas espectaculares por descubrir allí.

jueves, 8 de diciembre de 2011

22 Atravesando Pakistán hacia India (II)

Quetta:
















Una vez resuelto el problema del rodamiento dejamos el desierto de Baluchistán y salimos hacia los verdes campos del centro de Pakistán, con intención de cruzar el río Indo.
Esa noche fue una de las peores del viaje. Llevábamos muchas horas conduciendo, había anochecido, y queríamos parar a dormir. Así se lo hicimos saber a la patrulla que nos escoltaba. Pero en el fondo ellos lo que quieren es librarse de problemas así que nos iban pasando de una escolta a otra prometiéndonos que en 10 kms podríamos parar a dormir. Así pasaron 140 interminables kms, hasta que llegamos a un control con unos 15 ó 20 policías, y decidimos plantarnos.
No nos dejaban dormir allí, según ellos era un área muy peligrosa. Después de discutir con ellos 15 minutos acepto conducir 3 kms más adelante para visitar el sitio ‘seguro’ donde nos prometen que podemos pasar la noche.
Es curioso, en medio de la nada un punto es peligroso pero 3 kms más allá deja de serlo.
Llego a ese lugar seguro acompañado de 4 policías, y me encuentro en una gasolinera.
No entiendo nada, pero si dicen que allí podemos dormir y no nos van a molestar no tenemos inconveniente en conducir esos 3 kms más, así que vuelvo a recoger al resto del equipo y nos trasladamos.
Es la una de la noche y estamos muy cansados. Nos duchamos, y sin cenar caemos redondos sobre la cama. Dos pickup y 4 policías montan guardia a nuestro alrededor.
A las 3 de la noche nos despertamos sobresaltados por gritos y los ruidos de gente golpeando nuestros vehículos. Miro por la ventana y veo de nuevo a 15 policías gritándonos para que nos vayamos de allí. Discuto con ellos, estamos durmiendo donde ellos nos han indicado! Nos piden que nos traslademos 10 kms, hasta la Estación de Policía más cercana. Viene el jefe, el boss, el sheriff, y nos pide cortésmente que le acompañemos. Con la misma cortesía le explico que eso no es posible, que son las 3 de la mañana, y que solo nos quedan 4 horas para intentar descansar.
Se va y deja allí a 6 policías que encienden las luces de la gasolinera, ponen la música a tope, se dedican a hablar entre ellos a grito pelado cerca de nuestras furgonetas...
No quieren que nos quedemos y hacen lo posible para sacarnos de nuestras casillas y que nos larguemos.
Casi lo consiguen, pero el cansancio hace que caigamos redondos de nuevo.
A las 6 de la mañana vuelven a tocar la diana aporreando las furgonetas con más fuerza.
Nos gritan ‘good morning’ y sonríen, para ellos es una fiesta. No tenemos mucha más opción que levantarnos, abrir las puertas y mentar a todas sus familias!
Recuerdo lo que pasaba por mi cabeza en aquel momento: ‘cuando llegue a India y recuerde esta noche me parecerá gracioso, pero ahora estoy de una mala ost....!’

Este fue el lugar fuera de peligro en el que pasamos la noche.


Carretera y manta. Cuarto día de controles, registros, cambios de escolta... Y llegamos a Bahalwalpur, donde pasamos la noche en un hotel.


Parece que en esta zona está el límite de la seguridad, así que al día siguiente podemos salir del hotel sin escolta y nos planteamos llegar hasta la frontera con India, y cruzarla claro!
Para recorrer los primeros 100 kms necesitamos 3 horas. Asfalto muy malo; tráfico de camiones que nunca se apartan; carretera llena de niños que van al colegio; carros tirados por burros o vacas o camellos; vendedores ambulantes; accidentes; obras...
A partir de ahí la carretera es un sueño, dos carriles en cada sentido de buen asfalto durante 400 kms. Pero la frontera cierra temprano para celebrar esa especie de desfile entre los guardias de ambos países, así que no podemos despistarnos.
Llegamos en el último momento, ya estaban cerrando la verja, pero nos dejan pasar.


Estamos solos así que el papeleo se hace muy rápido. En 10 minutos ya estamos entrando en el edificio de la frontera india.


Sonrisas, buenas caras, ‘bienvenidos a India, llegáis por los pelos’, ji, ji, ja, ja.
Rellenamos los documentos y entregamos los pasaportes con los visados.
Respuesta del funcionario de turno:
Isa, tu visado es falso.
Jorge, tu pasaporte está dañado.
Os denegamos la entrada en el país.

Después de conducir 10/12 horas al día durante los últimos 8 días, después de sufrir 4 días de escolta policial, después de llegar por los pelos a la frontera... ahora nos dicen que no entramos!?
Menudo show que montamos! Isa gritando lo más alto que podía, Jordi de rodillas pidiendo explicaciones, los hijos de los franceses llorando, yo golpeando al pobre Defender que no tenía ninguna culpa... Rompí mis gafas de sol, mi dedo acabó destrozado de tanto puñetazo...
En ese momento me doy cuenta de que ya hemos salido de Pakistán y no tenemos otro visado para volver a entrar, así que se lo digo a uno de los tipos que retiene mi pasaporte.
Me mira con cara de pocos amigos y dice algo que interpreto como: ‘Ah sí? Listillo? Ahora mismo coges tu coche y te vienes conmigo’.
Me lleva hasta la verja de Pakistán, me encierra en una oficina y vuelve a la media hora.
- No hay problema- dice – la policía pakistaní te aceptará en cuanto termine el desfile! Te vas a Islamabad a tu embajada, que te arreglen ese (despojo de) pasaporte, y si quieres vuelves por aquí!

Me cago en todo lo que se menea!!!!

Le sugiero, ya amablemente, que me deje entrar en el país, que al día siguiente sin falta yo me voy a mi embajada en Delhi para que me arreglen el dichoso pasaporte, y que en cuanto esté arreglado me presento en la comisaría, o en el Ministerio de Asuntos Exteriores si hace falta, para que todos nos quedemos satisfechos.

Su respuesta, -No!!

La mía, -Cabróóóóón...!!!

Después de varias horas, sin más, cuando ya no nos quejábamos, vienen y nos dicen que nos aceptan. Que han comprobado el visado de Isa y que a pesar de que el sello no es correcto el número de visado sí lo es. A mí me dicen que sea buen chico y pase por mi embajada a arreglar el pasaporte.
En cuanto tuve ocasión compré pegamento rápido y yo mismo hice una reparación casera.
Ahora suena gracioso, pero la rabia y la impotencia que sentimos en aquel momento...