martes, 6 de diciembre de 2011

21 Atravesando Pakistán hacia India (I)

La frontera entre Irán y Pakistán sigue como la recordaba, con alguna pequeña incorporación en la parte pakistaní: ahora tienen unas webcam con las que te hacen una foto al entrar o salir del país.
El resto de las instalaciones son un poema. Pero cruzarla es más fácil y rápido que conseguir el visado en la embajada en Madrid.
Tienes que firmar un montón de papeles en varios edificios diferentes y no hay señales para ir de uno a otro, ni carretera: una pequeña jungla.





Aquí aún no utilizan ordenadores así que rebuscando en el enorme libro de registros encontré mis datos y los de la Citroen C25 con la que cruzamos esta misma frontera unos cuantos años atrás. (Un abrazo a Juanjo esté donde esté)


Todo el mundo quería posar junto a Isa.


En cuanto tuvimos todos los papeles preparados y pensábamos salir de allí pitando nos dicen que tenemos que llevar escolta policial. Ya nos lo imaginábamos, pero teníamos la esperanza de que las cosas hubieran cambiado y pudiéramos librarnos de ello. Sobre todo porque no están coordinados y ralentizan muchísimo el viaje. Cuando una patrulla llega al final de su jurisdicción, se detiene, avisa a la siguiente, y tenemos que esperar a que venga el relevo. Con lo fácil que sería avisarles 10 minutos antes de llegar y que estuvieran preparados! Así que para recorrer 300 kms de buena carretera necesitamos unas 8-10 horas, y cambiamos unas 15 veces de escolta.




En este periplo pakistaní voy acompañado por la VW de Isa&Jordi, y por la Sprinter de Erick y Christine, que viajan con sus hijos Steven y Ambre, de 8 y 14 años.
La policía iraní decidió juntarnos en un control para ahorrar una escolta, y nosotros decidimos cruzar juntos Pakistán hasta llegar a India.
Mientras duró la travesía pasábamos al menos 10 horas al volante cada día así que no tuvimos mucho tiempo para charlar, pero Erick nos contó algunas cosas en los pocos momentos de relax.
Llevan un año dando vueltas por el mundo, aunque hace un mes salieron de nuevo de Francia. Estando en Turquía perdieron los papeles del vehículo así que tuvieron que volver a casa para gestionar toda la documentación. Según su plan les quedan dos años de vacaciones.
En los últimos años Erick se ha dedicado a vender productos por internet. La gente quiere cosas baratas, aunque no las necesite, y él las ofrecía. Ahorraron algo de dinero y decidieron salir a gastarlo.
No es la primera vez que viajan, y siempre lo han hecho con sus hijos.
Cada mañana Steven y Ambre sacan su mochila del colegio, buscan un rincón donde concentrarse, y se ponen a estudiar Matemáticas, Español, Inglés... o lo que toque cada día.
Steven, Christine, Erick y Ambre


El primer día solo hubo tiempo para conducir muchas horas y llegar a dormir a Dalbandin. Es la única ciudad de importancia en los 600 kms que hay entre la frontera y Quetta. Tienen suministro eléctrico hasta las 23:00 h, luego apagan los generadores que alimentan la red.

De cachondeo con el cuerpo de élite pakistaní!


En Baluchistán



Un alto en el camino para rezar


Dicen que esta parte de Pakistán es la más peligrosa, y en todo el país no nos dejan acampar en cualquier sitio, así que vamos directamente al único hotel de la ciudad, Hotel Al Dawood. Irfan y Shoukat, los propietarios, nos dicen que unas semanas atrás secuestraron a dos turistas suizos a 50 kms de este lugar. Unos kms al Este de Quetta también secuestraron a otro europeo. Normalmente se trata de secuestros por dinero, aquí no tiene mucho que ver la religión ni la política. La gente es extremadamente pobre y en los turistas ven un negocio.
Nosotros seguimos la ruta recomendada, tenemos escolta, y desde luego no vamos a pasar un minuto más del necesario en este país.
En el fondo es una pena, porque aquí, como en todos los sitios, hay gente maravillosa, y paisajes increíbles, y si en vez de viajar con temor viajásemos con tranquilidad podríamos haber pasado momentos muy agradables.

Con los propietarios del hotel, ahora y hace 6 años.



Pero la realidad es otra, así que aparcamos/escondemos los coches en el patio trasero del hotel, cenamos en su restaurante, y dormimos en las furgonetas custodiados por dos policías que pasan la noche sobre unas mantas a los pies de nuestros vehículos.

Fachada trasera del Hotel


Desde aquí el parking tiene mejor pinta


Este simpático profesor de inglés parecía sacado de 'Alguien voló sobre el nido del cuco'


Escolta nocturna.


Colorido camión típico de Pakistán


Entre Dalbandin y Quetta tenemos otros 300 kms, esta vez la carretera es malísima, y los controles y los cambios de escolta son muy lentos. Otras 10 horas.
Una de las ruedas del Defender viene haciendo un sospechoso ruido desde los últimos kilómetros del día anterior. Al entrar en Quetta tengo que poner la música muy alta para no escuchar los gritos desgarradores del rodamiento.

El mecánico en acción